Yo pasé en una noche como aquella,
de tener que ser mi mejor amigo,
a ver, a mi más peor enemigo,
en el espejo que deja mi huella.
Intenté no haceros daño ni mella,
y no recordé mi propio castigo,
de no saber que soy un gran testigo,
de esta mi puta maldita cateya,
Perdonar el perdón que yo perdono,
sentir el sentimiento que no siento,
sanar las heridas que ahora entono.
Ver todo como un arrepentimiento,
pero no de sentimientos con mono,
sino del miedo que tengo y ostento.
CATEYA: f. Arma arrojadiza de punta acerada, provista de una correa en el extremo opuesto, para recogerla después de hecho el tiro, bastante común en los pueblos de la Antigüedad