En la incómoda cama me encontraba
lamentando mi suerte desgraciada
sin poder entender la encrucijada,
en total desconsuelo cavilaba…
¡Ay, malvado destino traicionero,
que con creces me cobras las facturas
con un coágulo y múltiples fracturas,
me has dejado postrada un año entero…!
Entre gritos quejidos y dolores
me repongo de múltiples heridas
yo que alérgica fuera a los doctores.
Cien puntadas de seda entre tejidas,
largos clavos, tornillos y tensores
que laceran mis piernas doloridas.
Enfadada de todo ese lamento,
mi pequeña que al lado se encontraba
Y en mi silla de ruedas jugueteaba;
dijo: ¡Calla… que al menos no te has muerto!
Sol Azteca
Sólo una pequeña muestra de lo que un descuido
estando al volante puede ocasionar,
y como debemos enfrentar los hechos sin lamentaciones
mientras aún haya vida.